15 de febrero de 2007

Frikiviaje: El día perdido (Parte 1)

Que quede claro ante todo que cuando digo "perdido" no me refiero a "desperdiciado" sino a algo más del estilo de "desaparecido", pues es el único día que no aparece en los vídeos y solo unas cuantas fotos son mudos testigos de lo que aquel día sucedió...

Después de casi dos semanas en Japón estábamos cansados, en el sentido literal de la palabra, y nuestros pies necesitaban un tiempo muerto. Así que aquel día por la mañana se nos presentaba una duda existencial: habiendo cumplido con todos nuestros planes en la capital nipona, ¿qué hacíamos ahora?.
¿Irnos otra vez a Akihabara? Bueno, pero mejor por la tarde, un día entero de compras era demasiado incluso para nosotros. ¿Y por la mañana qué?. ¡Ueno! ¡Claro!, un tranquilo paseo por el Parque Ueno era justo lo que necesitábamos para descansar, además había cantidad de museos y templos para ver en los alrededores. Aquello tenía que ser relajado y tranquilo por narices.

Que equivocados estábamos...

Llegamos al parque Ueno temprano, estaba solo a dos paradas de tren de nuestro hotel, desayunamos en una cafetería cerca de la estación y cuando terminamos vagamos sin rumbo unos minutos.
Hay que decir también que aquella mañana había llovido, es un dato importante porque en el verano japonés la lluvia no refresca el ambiente, lo único que hace es elevar el índice de humedad y hacer que el bochorno y la sensación de agobio sea aún mayor.

La verdad es que no teníamos mucha idea de que ver en el parque. Las guía que habíamos leído no lo mencionaban en profundidad salvo por el Zoo y el Museo Nacional, pero ninguna de las dos opciones nos atraía en exceso. Entonces recordé algo que había leído en mi pequeña guía de Tokyo, algo sobre una leyenda, de esas que hay a docenas por todo Japón. La guía hablaba sobre un templo, en cuya puerta el escultor Hidari Jingoro había tallado dos dragones de estilo chino, dos dragones enamorados , tan bien hechos que por las noches emprendían el vuelo e iban juntos al estanque cercano a beber.

El templo en cuestión era el Tosho-gu, dedicado a la figura del shogun Ieyasu Tokugawa.

Ieyasu murió en 1616 y está enterrado en Nikko, pero éste se trata del primer santuario de la ciudad dedicado a su figura; fue fundado en 1627 y reconstruido en 1651. Contrariamente a lo que sucede en este tipo de santuarios, en el Tosho-gu sí se puede entrar. Un sendero conduce desde la taquilla de entradas hasta las salas polícromas y a la sala de oración, cuya decoración discreta contrasta con el negro y el oro bruñido de la sala del santuario de Ieyasu que hay detrás.

Era un sitio tan bueno como cualquier otro para empezar.

(Continuará...)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, ahora me quedo con la intriga.... odio los "continuará..." :P

JuanMa dijo...

ansioso por ver la 2ªparte, espero que no se cumpla eso de "segundas partes nunca fueron buenas :P"

r0n1n dijo...

ya estoy terminando la segunda parte de la entrada, es una historia de amor, venganza, y calcetines de niña... como El Padrino pero más ;)