27 de septiembre de 2006

Bebidas: Bubble Man II

Hay una serie de conclusiones, de verdades absolutas, a las que todo viajero extranjero en Japón llega tarde o temprano. La primera y fundamental es que existe todo un universo multicolor de bebidas refrescantes no alcoholicas a disposición del visitante. La principal razón de este hecho supongo que será los precios prohibitivos de las bebidas que contienen alcohol debido a los elevados impuestos con los que se graba este en el pais nipón.

Todo este universo de bebidas asalta sentidos del viajero y pone a prueba a sus poco entrenadas papilas gustativas. Maquinas expendedoras de refrescos acechan en cada esquina y cada callejón, con sus luces brillantes, sus colores llamativos, y sus recipientes de formas y nombres exóticos. Asi, cada vez que sacas un refresco de nombre y sabor desconocidos, sientes la emoción previa, el subidón de adrenalina que te provoca el asumir el riesgo de dejar tus papilas gustativas inservibles de por vida...

Pero cuando crees comenzar a enteder las bases de ese alocado mundo, cuando ya has asumido que la Fanta de Uva sabe a ladrillos de regaliz y que el agua ionizada tiene poco de agua, te decides a tentar al azar de nuevo y un extraño refresco cae en tus manos.

Bubble Man II (hay un Bubble Man I que ahora mismo no recuerdo de que sabor es...) se presenta en una colorida lata, como las de toda la vida, pero su contenido es del todo menos corriente. Su interior encierra un líquido verde fluorescente (en la foto lo metí en una botella de agua para que pudierais verlo), cual Slurm de Futurama, que si bién seguramente no procede de las entrañas de algún gusano espacial si debió nacer en la alocada mente de algún científico loco. Quizá lo más desconcertante de todo sea su sabor a chicle Boomer de toda la vida, el de nuestra infancia, no estos inventos raros que sacan ahora.

No cabe duda de que los japoneses nos llevan siglos de adelanto...

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